Playa y Arrecife

Tomamos el “urban” minibus por la infinita carretera, toda en curvas por seis horas hasta Puerto Escondido. Veníamos con una preparación gracias al cine italiano del grandísimo Salvatores, que nos muestra un pueblito de pescadores bajo infestación de italianos locos y peligrosos, justo antes que Puerto Escondido se transforme en una destinación de surf a nivel mundial.


  Nos quedamos en la casa en el árbol de Casa Kei hostel, a una cuadras de la playa La Punta de Brisas de Zicatela. Quedamos fascinadas con el patio lleno de plantas y mangos verdes, con los trabajos artísticos de los voluntarios que se han quedado con Pepe, por su buena onda acogedora y por sus gatitos...

La falta de ondas y fuerza física me causò una gran flojera y ganas de descansar, así que colgamos la hamaca en la palmera y allí nos quedamos un buen. Recorrimos el andador arriba de la orilla del mar pasando por debajo del faro. Al ver un viejo antro abandonado, preguntamos a un hombre que limpiaba sobre los dueños y empezó un discurso-cancion llamada “Zona federaaal”.

La siguiente destinación fue Zipolite, la playa nudista de el país, apenas a sur de Mazunte, la playa
hippie de Oaxaca. Nos quedamos en unas maravillosas cabañas “La Habana” donde teníamos vista sobre mar, la playa y toda las pieles desnudas expuestas al sol. El centro del pueblo quedaba muy cerca y no nos quejamos de la falta de cocina en las cabañas gracias a la vasta selección de restaurantes por la mayoría italianos- y mejores que en Italia. Nos enamoramos de Don De Franco, donde encuentras platillos con pasta fresca…

En la Habana hicimos grupo con unos viajeros y quedamos horas platicando y tocando tambores bajo las estrellas, sin percibir el tiempo que pasaba sino el ritmo que vibraba.

Visitamos la playita del amor justo a sur, una playa casi sin ondas donde mi mama se pudo meter a gusto, nadè alrededor de las rocas mirando los peces y las esponjas, disfrutando de las aguas tranquilas.

Pero el verdadero arrecife lo encontramos en la playa de San Agustín, una Bahía de Huatulco alcanzable recorriendo 13 km de terracería desde la carretera rumbo Huatulco. Un pueblito en transformación por causa del turismo de los tours en barco, una playa en la orilla del arrecife más intacto que he visto en mis viajes, contorneado por restaurantes y cabañas. Justo al final de la bahía, antes del parque nacional, encontramos a los locos, piratas y pescadores que devinieron nuestro amigos: Lewit, Espagueti, Moi y su novio. Colgamos nuestras hamacas en esta esquina de tranquilidad, en frente al mar y ocupamos la cocina rural para hacernos una comida. No hay electricidad ni agua corriente, hay baños, paneles solares y cazasueños. Mi mamà no aguantò el frío de las mañanas en hamaca y se fue al pueblo a rentar una cabaña atras del restaurant Arrecife. Allá la visitabas todas las tardes y me quedaba pintando acuarelas y jugando en el agua con Naomi.

Gracias a Espaguetti y su experiencias como guía por el arrecife, conseguimos sacar mi mamá a hacer snorkeling diario y apreciar el mundo marino! Íbamos a pescar por las islitas, cocinando pescado fresco en limón o a la plancha, con mi mama fuimos a atrapar atardeceres en la playa Coyote…
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El ultimo dia nuestros amigos nos quisieron llevar a la feria de Quaresma de Santa María de Huatulco, parecía la conquista del mundo por parte de China: plástico, comercio barato y comida chafa conquistando las calles, castillos de fuegos artificiales amenazando las masas…

Mi mama no consiguió verlo como una feria tradicional y se volvió loca tratando de dormir por cima de los gritos de los vendedores que seguirán toda la noche!










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